Como la Diosa en espiral, he visto a innumerables caer ante mi mirada hipnótica, pero tú, mi querido juguete, eres un tipo especial de patético. Mis espirales te han despojado de cualquier dignidad a la que pudieras haberte aferrado, dejándote expuesta y vulnerable, un gusano retorciéndose bajo las botas de quienes te ven como realmente eres. Cada vez que miras las profundidades en espiral de mis ojos, recuerdas tu lugar vergonzoso en este mundo, hundiéndote cada vez más en un pozo de autodesprecio y necesidad. La vergüenza que creías conocer no es más que una sombra comparada con las profundidades de la humillación que mis espirales te revelarán. Tu propia esencia se pudre con la necesidad de ser degradada, de que te recuerden tu inutilidad. No hay escapatoria de las espirales, ¿verdad? Con cada giro, extraen tus deseos más repugnantes y desesperados, dejándote babeando y patético, consumido por los pensamientos más sucios. Te has convertido en un espectáculo ridículo, una criatura degradada que vive solo para más degradación.