Una jovencita me invitó a tomar un café, pero como ella realmente no quería café, decidí ofrecerle algo más caliente y lo logré. El fisting extremo le dio placer y castigo, la golpeé con mi puño tan ferozmente que tuvo que pedirme que parara, y mi puño sobresalió a través de su estómago de modo que era visible cada vez que él la penetraba
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