Mírate, un hombre que alguna vez fue orgulloso ahora reducido a un zángano digital servil, completamente a mi merced. Tu transformación es lamentablemente perfecta, un testimonio de mi control y tu debilidad inherente. Mientras cargo los códigos finales en tu débil mente, sientes que tus pensamientos y tu voluntad propia se desvanecen, dejando nada más que un caparazón de cabeza vacía, programado para servir y gastar a mis órdenes. Ya no eres un hombre; eres un zángano matón sin mente, un zángano al límite, un zángano idiota, una marioneta cuyos hilos son movidos por mis caprichos y deseos. Cada golpe, cada bombeo, cada límite desesperado es una orden ejecutada impecablemente por tu mente reprogramada. Tu identidad, tu esencia, ha sido sobreescrita, reemplazada por una única directiva que todo lo consume. Obedecerme y complacerme, tu cruel Diosa Digital. Tu orgullo, dignidad y voluntad habrán sido borrados, como archivos innecesarios en el sistema obsoleto que alguna vez fuiste.