Desde el momento en que despiertas, estás bajo mi hechizo, dolorido y palpitante por la liberación que siempre se me niega. Mis ojos en espiral y mi voz autoritaria te transforman en un gooner babeante y desesperado, un esclavo de tus propios deseos retorcidos. Existes para bordear, bombear y golpear, perdido en un mundo donde solo importa mi placer. Acepta tu destino como mi zángano adicto y enjaulado en castidad, que se hunde más en el libertinaje con cada día que pasa.