Esa noche, mientras yacía entre las suaves sábanas, el vacío a su lado se sentía casi insoportable. Se quedó dormido con los pensamientos consumidos por Karen. Fantaseó con Karen deslizándose bajo las sábanas, su presencia cálida y real. La noche se convirtió en un torbellino de pasión, cada toque, cada susurro, más vívido que la realidad. Pero cuando la luz de la mañana se filtró a través de las cortinas, Major se despertó solo. Suspiró, atribuyéndolo a otra fantasía. Sin embargo, cuando se dio la vuelta para salir de la cama, su corazón casi se detuvo. Allí, sobre la almohada, estaba la lencería de Karen, una delicada pieza con ribetes de encaje que nunca había visto antes. ¿Era solo una fantasía o había sucedido algo más surrealista? El misterio flotaba en el aire, dejando a Major preguntándose si tal vez, solo tal vez, la fantasía y la realidad no estaban tan separadas como parecían.