Madame Electric tenía un regalo de cumpleaños especial para mí. Una Mika Kedi atada con la que podía hacer todo lo que quisiera. Al principio, examiné cuidadosamente su hermoso cuerpo, y cuando disfruté de esta vista, tomé el masajeador y lo puse en su clítoris. La indefensa Mika Kedi se retorció de placer cuando inserté un consolador de vidrio en su estrecho coño. Finalmente, la llevé a un orgasmo intenso, ¡hasta que los jugos fluyeron profusamente de su palpitante raja! No olvidaré este regalo único durante mucho tiempo.