Casi todas las noches el mismo sueño. Parecía tan real, parecía tan real. Pero cómo podía serlo, después de todo, era solo un sueño. Daisy se sentó en su escritorio y jugó con la baratija, tratando de que todo tuviera sentido. Pero no era así, nada de eso tenía sentido. Se estaba volviendo loca, pensó para sí misma. Había leído sobre mujeres que habían tenido orgasmos mientras descansaban y lo intensos que eran esos orgasmos. Estaba a punto de descubrirlo…