No merecía ese dolor

La pobre Alora está desesperada por tener un techo sobre su cabeza. Es difícil conseguir alojamiento y su casera, la señora Stern, es muy consciente de ello. Utiliza esto a su favor y hace que Alora se someta al palo a pesar de que ya ha recibido una buena paliza con la gran pala de cuero. La señora Stern le aplica el palo con toda su fuerza en las manos, el trasero, los muslos delanteros y los pies. Las lágrimas no detienen el dolor.