Los chicos como tú están demasiado agobiados por el peso innecesario de los pensamientos. Está bastante claro que pensar nunca ha sido tu punto fuerte; solo complica tu vida con estrés y decisiones innecesarias. Ahí es donde entro yo. Me he encargado de aliviarte de esta pesada carga, guiándote paso a paso, clip a clip, hacia una existencia mucho más sencilla. Mi intelecto supera con creces al tuyo, lo que me convierte en el candidato perfecto para controlar cada aspecto de tu vida. Ya no necesitas preocupar a tu cabecita por nada. He trabajado meticulosamente para condicionarte, debilitando cualquier atisbo de resistencia, transformándote en el zángano perfecto, matón y sin cerebro. Tu única preocupación ahora es seguir mis órdenes, perdiéndote en la dichosa obediencia de acariciar sin pensar mientras te dicto.