Así es, perdedor, tu trabajo es servirme, demostrar tu debilidad. Qué pequeño te vuelves para complacerme. Te sientas de rodillas vestida desnuda, no me importa. Sin embargo, me escucharás cuando te diga que abras e inhales, que sostengas mi humo. Te trataré exactamente como te mereces, con un fuerte toque de humillación.