En el momento en que presionas play, ingresas a mi dominio, un mundo implacable donde mi orden es tu único propósito. “Mascúlate todo el tiempo”, exijo, mi voz hipnotiza con un poder que se infiltra en tu mente. Sientes una necesidad abrumadora, una compulsión que te agarra con fuerza. Tus días se convierten en un borrón de caricias continuas, cada movimiento impulsado por mi poderosa influencia. No puedes resistirte, ni quieres hacerlo. Cada segundo que te separa de cumplir mi orden se siente como una eternidad agonizante. Eres mío, completamente reprogramado para ser mi obediente marioneta idiota, tu mente y tu cuerpo transformados en instrumentos de mi diversión. Cada caricia, cada jadeo desesperado por liberarte, es un testimonio de mi control sobre ti. Estás perdido en un bucle interminable de sacudidas, un zángano sin sentido adicto al placer de obedecerme