Uy, odio probarme ropa en la tienda. Compré estos jeans Levis de corte clásico, sin pantalones acampanados hasta la panza. Son mis jeans claros favoritos. Los levanto de un tirón, ajustados por todos mis muslos y trasero, los muevo, aprieto, empujo y reboto para subirlos del todo. Tengo un trasero gordo y celulitis y todo metido dentro. Pero espera… ¡tengo que abrocharlos! Todavía no va a pasar, mira lo bien que se ve mi trasero con ellos. ¡Pero no puedo usarlos! No tienen botones ni cremallera y si bajo de peso para encajar, sabes que mi trasero ya no se verá tan perfecto. ¡Maldita sea!