La esposa de mi mejor amiga, Virah, me invitó a su habitación durante el fin de semana de su boda. Me dijo que realmente tenía que hablar conmigo y que no sabía con quién más podía hablar. Al principio estaba muy indecisa y distante, pero le dije que podía confiar en mí. Casi al borde de las lágrimas, me contó lo terrible que ha sido su vida sexual. No se ha corrido en meses a menos que tenga tiempo a solas y mi amiga nunca se acuesta. Tuve que asegurarle que está bien sentirse así y que si necesitaba algo, yo estaba allí. Finalmente, me dijo lo mucho que quería ver lo que tenía reservado porque había escuchado de todos sus amigos lo genial que era mi polla. Dudé, pero siempre quise follar y soy el mejor guardando secretos. Lo intentamos y comenzamos a besarnos. Me abrí paso por su cuerpo mientras ella deslizaba mi polla hasta el fondo de su garganta. Siempre la había deseado y estaba palpitando. Después de varias posiciones diferentes y una noche de sexo salvaje y loco, llené su coño apretado y húmedo con semen.