Mírate de nuevo, babeando y desesperada frente a mis ojos en espiral. Eres una vista patética, un verdadero testimonio de las profundidades de la adicción al porno. Cada sesión te arrastra más hacia abajo, ¿no es así? No eres más que un matón sin mente, ansioso por tu próxima dosis. Tu vida, tus pensamientos, tu polla sin valor, todo está bajo mi control ahora. Anhelas esta destrucción, este dichoso descenso al olvido. Cuanto más miras, más pierdes: tu dignidad, tu voluntad, tu propio ser. Pero es lo que quieres, ¿no? Que tu adicción te joda por completo. Así que sigue mirando, sigue acariciando y deja que tu mente débil sea arrastrada por la implacable marea del porno. Eres mía para arruinarte, y saborearé cada momento de ello. Es deliciosamente cruel, la forma en que te aferras a tu adicción como un salvavidas, como si te diera un propósito. Pero seamos claros, el único propósito que tienes es servir como advertencia, un ejemplo lamentable de lo que sucede cuando caes bajo mi hechizo.