Mi madrastra, la señorita Raquel, ha estado luchando por quedarse embarazada, por lo que ha estado tratando de tomar el asunto en sus propias manos. Ha estado tomando sus vitaminas, comiendo sano y descansando. Esta mañana está en la cocina preparando huevos revueltos y hablando por teléfono con su amiga. Justo en ese momento, entro en la cocina, con los calzoncillos puestos y una polla dura como una piedra asomando por la bragueta. Mi madrastra mira mi polla y tiene una idea… ¡Puedo fertilizar sus óvulos por ella! Me dice que me calle y haga lo que dice mi madrastra, así que la miro mientras se pone de rodillas frente a mí y toma mi polla en su mano. Mi madrastra me mira mientras me acaricia, sacando el semen de mis bolas y acercándome cada vez más al orgasmo. Ella sabe cuando estoy a punto de correrme y agarra su plato de huevos revueltos para que pueda correrme sobre sus huevos. De pie, mi madrastra comienza a comer, agradeciéndome por fertilizar sus huevos y, cruzando los dedos, dejarla embarazada.