Mientras miras impotente las fascinantes espirales de mi video, puedes sentir cómo te arrancan hasta el último vestigio de dignidad y respeto por ti mismo, ¿no es así? Ahora no eres más que un hueco y un enorme vacío, que anhela ser llenado y utilizado. Tu existencia, que alguna vez valió algo, se ha reducido a la de un adicto a las pollas desesperado y babeante, ansioso por la siguiente dosis. Mis espirales te han esclavizado, tus patéticos deseos han quedado al descubierto y han sido explotados. Eres una mera sombra de un hombre, una criatura degradada que vive solo para el siguiente uso degradante. Cada vez que miras el abismo de mis espirales, te sumerges más profundamente en tus propios antojos perversos. Es repugnante lo mucho que lo necesitas, cómo ruegas por más, con la boca abierta, lista para ser utilizada como nada más que un receptáculo de semen. Las profundidades de tu depravación no conocen límites, ¿verdad? Con cada momento que pasa bajo mis espirales, te vuelves menos humana, más objeto; una cosa para usar.