¡Mi perra esclava está aquí solo para mi diversión, y la uso como me conviene! Así que la hago tumbarse en el sofá y empiezo a sentarme en su cara. Me encanta controlar su respiración, estar a cargo de cuándo se le permite respirar o no. Continúo hasta que me canso de este juego y dejo a mi perra en la sala de estar, para que esté lista para mi próxima diversión.