Un querido amigo y compañero dominante, el Sr. Picapiedra, me contacta con un dilema. Su puta fue enviada a una escuela de esclavos para entrenamiento, pero ha regresado tan mal como antes. En su desesperación, recurre a mí para que lo ayude a brindarle el entrenamiento que necesita y también a darle a una puta lo que se merece.