Mi sumiso de castidad ha estado encerrado en su jaula durante un buen tiempo, así que pensé que ya era hora de darle a su polla una probada de libertad. Con mi sumiso atado de forma segura a una silla con las muñecas encadenadas detrás de él, los tobillos a las patas de la silla y los ojos vendados, desbloqueo la jaula de castidad para poder filmarme babeando y tragando su polla haciéndole pensar que podría llegar a correrse. Lamentablemente para él, después de escuchar y sentir que le chupaban la polla, me detengo cuando creo que se está acercando, negándole un orgasmo y luego aplico mucho aerosol anestésico de lidocaína para calmar su polla y volverla a tener un tamaño adecuado para deslizarse de nuevo hacia su casa en la jaula de castidad. ¡Mala suerte! ¡No te hacen una mamada y te corres tan fácilmente! De todos modos lo disfruté.