Acepté un desafío personal; ¡después de todo, soy la reina de la baba! Quería ver cuánta saliva podía hacer al tragar profundamente este consolador grande que tengo pegado en la pared del baño. ¡Lo hice en la bañera porque sabía que se iba a ensuciar! Al final, la bañera estaba cubierta e incluso el piso parecía un desastre viscoso, brillante y perfecto.
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