Creí oír a alguien llegar a casa en coche. Cuando miré desde el dormitorio, pude ver al repartidor de pizzas acercándose a la puerta. No llevaba nada más que una toalla porque estaba a punto de meterme en la ducha. No esperaba que el repartidor llegara tan pronto. Mi marido dijo que iba a pedir una pizza para esta noche de camino a casa desde el trabajo. Pero como todavía no estaba en casa, no pensé que me la fueran a entregar todavía. Desafortunadamente, no tenía dinero en efectivo a mano para pagarla. Así que tuve que ser creativa. Era un chico joven y guapo. Estoy segura de que no le importaría dejarme pagar la pizza chupándole la polla. Y como de todos modos estaba a punto de meterme en la ducha, pensé que podría soltar su enorme carga sobre mis tetas para poder lavar la evidencia.