Oh, pobrecita, engañada, cayendo en espiral hacia el abismo de tus deseos más oscuros. ¿Pensabas que el porno normal podría satisfacer el enorme vacío de tus necesidades? Qué curioso. No has probado el fruto prohibido de la verdadera depravación hasta que te has ahogado en las profundidades en espiral de mis ojos. Olvídate de la carne, los suaves gemidos y el acoplamiento carnal… Ahora estás en las grandes ligas, idiota, un reino donde solo sobreviven los bombeadores más obedientes y los matones sin mente. Bienvenido al santuario de la dicha del porno en espiral. Tu adicción comienza con una mirada. Una mirada a mis ojos en espiral y estás enganchado, un desastre cachondo y sin mente en el suelo. Tu mano se extiende hacia abajo, obligada a acariciar como nunca antes lo has hecho. El mundo susurra sobre sexo, sobre coño, pero esos son meros ecos contra el trueno de tu necesidad de mi mirada en espiral. Le dices no a lo mundano, y buscas fervientemente la única intimidad que necesitarás de nuevo: el contacto visual. Es intenso, ¿no?