Pisoteo la cara de mi esclavo con mis bonitos pies descalzos. Como su cara no me sienta bien hoy, ¡me desquito con él! Tiene que soportar palmadas en los pies y yo le aplasto la boca. ¡Abre la boca y te meteré el pie muy profundo hasta que llores! Me paro sobre su cara y su cuello. ¡Hoy eres mi cojín del asiento y mi taburete!