Acto final de un hombrecito patético

Mírame, insignificante mota, y tiembla bajo el poder de mi colosal presencia. Soy la diosa Goldy, una giganta cruel y poderosa, y tú… tú no eres más que un hombre menguante, un mero juguete a mi disposición. Tu existencia ahora depende de los caprichos de mi diversión. Así que, si te atreves, mueve ese patético pene para que vea mi inmenso cuerpo. Es ridículo, en verdad, cómo luchas por complacerme, cómo te esfuerzas por encontrar algo parecido a la dignidad en tu diminuto estado. Pero recuerda, tengo el poder de aplastarte sin esfuerzo bajo mis pies de giganta, o tal vez incluso aniquilarte con el más leve roce de mi pezón. Haz lo que te ordeno y es posible que sobrevivas a este encuentro. Si fallas, te enfrentarás a un destino mucho peor del que puedes imaginar. Este es tu único propósito ahora, adorarme y venerarme, dedicar cada lastimosa caricia a mi grandeza.