Mi madrastra es un poco obsesiva en lo que se refiere a organización. Gracias a Dios ya casi me voy de casa y pronto iré a la universidad, así que no tengo que oírla quejarse de la forma en que doblo mi ropa, hago mi cama u organizo los cajones de mi oficina. No tengo otras amigas de mi edad cuyas madrastras se quejen tanto de ellas como ella lo hace conmigo. La única razón por la que hago un poco lo que le ordena es para callarla. Sin embargo, hoy la cagué. Organicé bien el cajón de arriba y pensé que esto la haría lo suficientemente feliz como para que se sintiera satisfecha y se fuera de mi habitación. Pensé mal. Procedió a mi cajón de ropa interior donde, como siempre, las tiré todas y me olvidé de enrollar cada una como me indicó. ¡Hablando de una crisis! No solo me expresó verbalmente su decepción, sino que insistió en que necesitaba una paliza para despertar mi cerebro y hacer lo que ella me decía. Zoey Holloway
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