Ahora las tres tenemos pollas para una tarde guarrilla con lamidas, mamadas… con suerte, mucho semen. Hemos estado tan mojadas que los chicos usaron todos nuestros agujeros, uno tras otro. Finalmente juntamos nuestras cabezas y los cabrones se pajearon y rociaron toda su carga sobre nuestras caras felices. ¡Una verdadera lluvia de semen! Los besos de semen entre nosotras son la guinda de una gran tarde. ¿Nos acompañarás la próxima vez?